Guarda do Embaú: un pueblito encantador al sur de Brasil

Naturaleza pura, tranquilidad y aguas cálidas caracterizan a Guarda do Embaú, un pueblito con historia muy elegido por los turistas al momento de visitar el sur de Brasil.

Sus olas son una enorme atracción para los amantes de las tablas y es por eso que, con el paso del tiempo, se convirtió en la capital del surf de Santa Catalina.

Pero para los que no practican deportes en el agua, también hay diversas actividades. Pasear en bote o en kayak son las más elegidas por familias y parejas que se acercan a disfrutar de este paraíso brasilero.

Un nombre con historia

Según los nativos de la región «Guarda do Embaú» surge por un hecho ocurrido siglos atrás, cuando una tripulación de piratas que navegaba por la zona se vio obligada a naufragar y, como llevaban tesoros en su barco, tuvieron que guardarlos en baúles en la costa de ese lugar.

Otros dicen que, cuando llegaron los primeros colonizadores y vieron el maravilloso lugar, uno de ellos dijo “Este lugar es tan hermoso que debería estar guardado en un baúl”, y de ahí quedó el nombre.

El encanto de un pueblito a orillas del mar

Guarda do Embaú se destaca por la rusticidad de los locales y restaurantes, y las pintorescas callecitas que conducen hasta la playa de aguas turquesas.

Allí se juntan la tranquilidad del Río Da Madre y lo salvaje del mar, y ambos conviven, porque no son nada uno sin el otro.

Para llegar al mar, es inevitable  cruzar el río, y lo mejor es que se puede hacer de dos maneras: a través de los botes que conducen los lugareños o (la más arriesgada y divertida) caminando por el río con el agua hasta el cuello y las mochilas y reposeras por arriba de la cabeza.

Música, comida y buena onda

Enero y febrero son los meses de temporada fuerte en Guarda do Embaú. Allí llegan cada año cientos de turistas que buscan alejarse del cansador tráfico y prefieren descansar a orillas de un mar cálido y turquesa.

Pero además de la playa y sus fascinantes olas, Guarda ofrece un pequeño centro colmado de barcitos, restaurantes y negocios de artesanías e indumentaria  es recorrido por jóvenes y familias cuando empieza a caer el sol.

Las tranquilas callecitas y las rústicas construcciones invitan a disfrutar de las noches de verano brasileñas, mientras la música de algunos locales acompañan el paseo.