Playas tranquilas, mar turquesa, lobos marinos, hoteles y cafés sustentables. Y es que Cabo Polonio es de esos lugares en los que cualquier humano ecofriendly amaría vivir.
Apenas decidimos visitar Uruguay, todo el mundo que ya conocía, nos recomendó que pasemos al menos un día en Cabo Polonio.
Y así lo hicimos. Pero no fue solo una vez. Es que nos enamoró tanto el pueblito ecológico que de noche se ilumina con la luz de la luna y las estrellas, que volvimos al siguiente año para seguir disfrutando de su paz y su simpleza.
Basta con cruzar un impenetrable y extenso desierto para llegar a este soñado rinconcito uruguayo, aislado de todo. Sí, incluso del WiFi, de la energía eléctrica y de los vehículos motorizados. Nada se interpone frente a este paisaje natural ubicado en una especie de península donde los lobos marinos juegan y se divierten lejos de cualquier posible invasión humana.
Nosotros tuvimos la fortuna de visitarlo dos veces. Es que es un pueblito que enamora a simple vista y del cual no te querés ir nunca, aunque la mayoría solo va a pasar el día, ya que los escasos hospedajes que hay en el lugar, no son muy accesibles y, en época de turismo, es necesario reservar con antelación. Pero, como muchos viajeros nos comentaron, la noche en el Cabo tiene su encanto y es una experiencia realmente única. Ya lo comprobaremos.
Camino al Cabo
Las dos veces que visitamos Cabo Polonio, lo hicimos de manera diferente.
La primera vez tomamos uno de los camiones tipo safari donde suben unas veinte personas, y traspasan el desierto en alrededor de media hora. Esta es la forma más común y con la que la mayoría de los turistas visitan el Cabo. Los camiones salen temprano por la mañana y regresan cada una hora, hasta las siete de la tarde el último viaje.
Pero en nuestra segunda vez, decidimos abocarnos un poco más a la aventura, y lo hicimos a pie desde Barra de Valizas, el pueblito hippie que le sigue más al norte. El recorrido dura aproximadamente unas tres horas, caminando sobre las enormes dunas y soportando el constante viento que empaña los ojos de arena. Pero la experiencia es increíble. El mar a la izquierda golpeando con sus olas, silencio absoluto y el sol que acompaña en todo el recorrido, hasta que se logra ver el Cabo a lo lejos, dando indicio de que estamos llegando y que la travesía valió la pena.
Protector solar, anteojos de sol y mucha agua, infaltables para cualquiera de las opciones que elijas.
Qué hacer
Recorrer las playas:
Al estar en una península, Cabo Polonio tiene la suerte de tener dos playas totalmente diferentes una de la otra, pero cada una con algo especial que las hace únicas.
Si llegás en la mañana (que es lo ideal para disfrutar el día a pleno) la Playa Norte o Calavera te espera para bañarte o tomarte todo el sol que quieras, entre ranchitos de colores y rústicos hoteles y restaurantes que invitan a tomar un sinfín de fotografías.
Por la tarde, moverse a la Playa Sur o Beverly Hills, no tiene desperdicio. Es el lugar de las casas más exclusivas, el estilo de la ciudad de La Barra en Punta del Este. Pero también es la playa donde la caída del sol se ve de una manera increíble.
El faro:
A lo lejos, antes de llegar, ya sea en camión o caminando por las dunas, lo que más llama la atención es el enorme faro que se encuentra justo en la punta de la costa, nombrado Monumento Histórico de Uruguay, y al cual se puede subir para conseguir una vista panorámica y en altura de todo el Cabo.
El Faro de Cabo Polonio se puede visitar todos los días de 10 a 13 y de 15 a 17. El costo por subir es de 30 pesos uruguayos. No está permitido el acceso a menores de 8 años.
Lobos marinos:
La lobería es un párrafo aparte en este mágico lugar. Está ubicada bajo el faro y se puede observar a cientos de lobos marinos jugando, comiendo e incluso armando peleas y empujándose al mar. Al estar libres, en su hábitat, y fuera de toda jaula, se recomienda mirarlos desde lo lejos, a no menos de diez o quince metros de distancia, para evitar asustarlos o pasar un mal momento.
Cabo Polonio es sinónimo de naturaleza y de libertad. Un lugar imposible de describir en una nota, porque para conocerlo y sentir su vibra especial, es necesario visitarlo y disfrutarlo durante el tiempo que puedas, dejando de lado los prejuicios y lanzándote simplemente a la aventura de vivir.