Aterrizamos en la gran Ciudad de México y al día siguiente teníamos programada nuestra primera visita cafetera en Café Avellaneda. Una pequeña cafetería, ubicada en calle Higuera al 40, que fue creada por Juan Carlos de la Torre hace un poco más de una década.
Llegamos y nos encontramos con Jesús, barista del lugar, quien nos introdujo enseguida en el mundo del café, mostrándonos las diferentes máquinas y maneras de preparar cada uno.
Mientras esperábamos a Juan Carlos, una gran cantidad de fans del café, no dejaba de asomarse a la barra para pedir su preferido. Algunos más tradicionales, otros más rebuscados. Pero cada uno elegía la opción que mejor combinaba con ese fresco viernes de sol en Coyoacán.
La historia
La historia de Café Avellaneda comenzó en 2008, en la Feria de la Piñata. Ahí puse un puestito con café para juntar dinero y comprar una cafetera. No me fue tan mal y llegué a lograr el objetivo.
Al tiempo, puse un café en mi pueblo, cerca de las pirámides de Teotihuacán, que fue el primer Café Avellaneda. Pero como yo estudiaba en la Ciudad de México, solo abría una vez a la semana.
En un momento descubrí este lugar, y enseguida pensé en mudar la cafetería aquí.
Esto era una cafetería antes, pero tenía una fama un poco mala. Así que con el tiempo empezamos a hacer diferentes cosas para cambiar la imagen. De a poco compramos mejores equipos para tener mejor café, y así fuimos creciendo.
Esta fue la primera cafetería de especialidad en la zona. La mayoría eran cafeterías tradicionales. Por eso es que cuando abrimos, la gente se sorprendía porque había pocas opciones de café y de comida. Al principio eso generó rechazo, pero luego fue generando interés. Porque a pesar de que no ofrecíamos una gran cantidad de sabores, podían encontrar un expresso de un tamaño y una preparación correcta, o un capuccino bien elaborado.
El por qué de “Avellaneda”
Todo comenzó cuando empezamos a hacer una suerte de tertulias con mi papá, en las que salíamos a tomar café a donde fuera, para conocer espacios, bebidas y conceptos. Él había quedado viudo en ese tiempo, y siempre decía que “el café era su Laura Avellaneda”, basándose en el famoso libro La Tregua de Mario Benedetti, que le gustaba mucho.
Así que cuando abrí esta cafetería, sin dudarlo decidí ponerle Café Avellaneda.
El dibujo de la ardilla llegó después. A una amiga de una prima, que me propuso hacer el branding de la cafetería, se le ocurrió que sea una ardilla comiendo una avellana.
En Coyoacán este animalito es muy común de ver. Basta con sentarse en al banco de alguna plaza y mirar las copas de los árboles, para observar ardillas corriendo de un lado al otro.
Los más pedidos
Tenemos una buena reputación con nuestros cafés tostados, y trabajamos con Jafé con Jiribilla.
Una de las bebidas frías que mas piden es Juanito, preparada con jugo de limón, expresso, tamarindo y agua tónica. Y en bebidas calientes, lo que más se pide es el Flat White, que es el café de la casa.
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