Hombre de frente

Calidez, amabilidad y sabiduría.

En nuestra ciudad hay cuentistas, novelistas, ensayistas que han hecho libros más que interesantes. Además, tienen muchas historias que contar sobre sus primeras inmersiones dentro del mundo literario, como es el caso de Ángel.

Nos invitó a su hogar para que podamos conocerlo más allá de lo que se puede ver por fuera del “Hombre de La Florida”, escritor de cuentos y novelas con una imaginación encantadora.  Al llegar, nos abrió la puerta y con amabilidad invitó a que entremos. Estanterías con libros, mesas con libros, y más libros. No podía ser menos en la casa de un literario.

Queremos saber quién es Ángel, dijimos. Él con gracia y cordialidad expresó: “es difícil hablar de uno mismo, es difícil hablar de Ángel, pero se puede decir que es una persona que le gusta hacer cosas, leer, escribir, escuchar música, mirar películas, reunirse con amigos. Es una persona demasiado sensible a veces”.

Su pasión por los libros empezó muy temprano. Desde chico leía mucho, “en aquella época revistas de aventuras, comics, y cuando terminé la escuela primaria, que con mi familia nos vinimos a Rafaela, empecé a estudiar en la escuela secundaria 25 de Mayo, de Modesto Verdú, quien me dio clases”.

¿Qué fue lo primero que hiciste cuando llegaste a la ciudad?

“Una de las primeras cosas que hice fue hacerme socio de la biblioteca Sarmiento. También empecé a frecuentar la librería de Vicente Dómina que en ese tiempo estaba abriendo y así fui leyendo siempre de todo un poco”, recuerda.

Después de tanta lectura, conociendo autores de los que tomaba sus formas de escribir, quiso empezar a relatar sus propias historias a los 13, 14 años. “Durante diez o doce años no publiqué nada, era una forma de ir aprendiendo, de conocer la forma de escribir un buen cuento. Me parecía que todo lo que hacía no tenía valor, hasta que en 1968 convocaban a un concurso de cuentos y poesías a menores de 30 años que no hayan publicado nada, entonces mandé un cuento que tenía escrito y que me parecía que podía andar”, nos cuenta sonriendo, rememorando aquel momento. “Ese cuento fue ‘El ordenanza’, y me llevé el premio”.

Ese fue el momento en el que Ángel se dio cuenta lo que quería hacer, ya que en ese entonces también pintaba y estudiaba música, pero afortunadamente se decidió por escribir. En el año 1974 publicó su primer libro, “El hombre que tenía miedo”, y para él “fue todo un gran descubrimiento”.

¿Qué pasos tenés en cuenta a la hora de comenzar a escribir?

“Para iniciar un cuento me gusta imaginarlo mentalmente, después hago una pequeña reseña, luego lo desarrollo y cuando está casi terminado lo dejo descansar para modificarlo. A veces parece que las cosas que uno escribió son terribles, luego de dejarlo un tiempo sin retocar”, dijo con mucha tranquilidad, pensando seguramente en el nuevo cuento que está preparando.

Las historias de Ángel

“Los temas de los libros que hice son cosas que iban surgiendo de algunas reseñas periodísticas que me parecían interesantes y luego tomaba para armar un cuento. La parte histórica también, hice muchos cuentos en base a figuras conocidas y empecé a investigar sobre los primeros años de la colonia de Rafaela”.

En algunos de sus cuentos menciona acontecimientos que ocurren en “La Florida”, y para quienes no sabían, Ángel explicó que “ese era un nombre que se había barajado para llamar así a Rafaela. Encontré un documento que daba ese dato, y así en vez de nombrar a Rafaela tomé para ubicar a mis cuentos en ‘La Florida’”.

“Hice una novela ‘Territorio de sombras y esplendor’. Es la historia de Lehmann novelada. Algunas cosas son ciertas, otras son producto de deducciones que hacía, ya que no había mucha información sobre la vida personal de él”.

De Rafaela a USA

Sobre sus libros editados en otros países, esto fue un gran logro y orgullo para Ángel. “En Estados Unidos las universidades tienen manuales con cuentos míos, los utilizan en clases para aprender castellano. Eso empezó en el año 90, habían publicado en Plus Ultra ‘Mi cuento rosa’ y un día me llaman de Boston y me dicen que estuvieron varios meses para ubicarme. Habían leído ese cuento y querían hablar conmigo para que les de autorización para publicarlo”, recuerda muy contento.

Esa fue la primera vez que apareció Rosa en un manual de estudio. Al poco tiempo, lo llaman nuevamente y en este caso era una profesora de Estados Unidos, Sara de la Vega, para pedirle permiso de incluirlo en un libro junto con cuatro grandes de Latinoamérica: Borges, Octavio Paz, Guillermo Cabrera Infante y Ana Matute, y el escritor santafesino fue el quinto eslabón.

“Después de ese libro hicieron otras ediciones y siempre incluyeron mi cuento, desde ahí prácticamente todos los años me mandan a preguntar sobre ‘Mi cuento rosa’, y no sé más que decirles”, expresa entre risas.  “Es un cuento importante para mí, lo escribí en el año 75 y en el 76 gané el premio Jorge Luis Borges y fui a recibirlo a Buenos Aires. Ahí lo conocí a Borges en el Teatro San Martín”.

“Lo que más me gusta es escribir cuentos, hice tres novelas cortas pero los cuentos tienen cierto atractivo”

Fuimos culminando nuestra charla, y surgió la última pregunta, pero tal vez la más interesante sobre todo para los lectores y amigos de Ángel. 

¿Qué es lo que más te gusta escribir?

“Lo que más me gusta es escribir cuentos, hice tres novelas cortas pero los cuentos tienen cierto atractivo. Es un desafío lograr que un cuento salga bien, exige que esté bien escrito porque si no fracasa o queda a mitad de camino. Me gusta que la gente los lea y que se sientan atrapados por la historia, es lo más importante”.