¿Qué entendemos por tener el cuerpo sano y cuál es el real significado de esa palabra? Se entiende que estar sano es que no existe enfermedad alguna que nos aflija el cuerpo. A veces nos sucede que padecemos dolores de cabeza, de estómago, articulaciones, abundante caída de cabello, estreñimiento y hasta enfermedades graves. Entonces, es cuando uno se pone a pensar qué estamos haciendo mal o por qué devienen estos problemas.
Por lo general, para curar estos síntomas optamos por consumir fármacos, que, si bien detienen el dolor de cabeza pueden provocar dolor de panza, y si ayudan a regularizar el estreñimiento, pueden causar mareos, y así sucesivamente.
Lo que no se nos ocurre pensar es que dichas dificultades provienen, en la mayoría de los casos, por llevar adelante una vida no tan saludable.
Los humanos no sabemos comer, no estamos acostumbrados a asociar la comida con las enfermedades, aunque a veces no sean graves. Por eso, es necesario comenzar a diferenciar una dieta sana de una dieta de “pura lechuga”. En ningún momento quedó confirmado que alimentarse saludablemente sea comer hojas verdes, semillas “de pajarito” (como muchos llaman despectivamente a las semillas, sin saber que poseen fuentes de energía mayores que la carne) y tomar solamente agua.
Si esa es la concepción que tenemos, no vamos a llegar a ninguna parte. Afortunadamente ya no se realizan más en gran cantidad las dietas de antes: poca comida, mucha verdura y a ver qué pasa. En la actualidad, las personas estamos optando más por una alimentación equilibrada, que nos deje saciados, que sea sabrosa y sobre todo, que no sea compleja de llevar a cabo.
Cambios abruptos, no
Empezar a hacer cambios no debe ser algo radical. De un día a otro cortar con el consumo de azúcar, harinas blancas, sal y aceites, no resulta ser algo positivo. La importancia de las modificaciones alimenticias es que deben ser de manera paulatina, por eso, como decíamos anteriormente, tenemos que escuchar a nuestro cuerpo y observarlo, saber qué síntomas tiene para poder darle un giro a nuestra ingesta de comida.
¿Cómo hacemos para escuchar a nuestro cuerpo?
Sencillo: saber qué padecimientos tenemos y hacer un conteo de los alimentos que venimos digiriendo. Por ejemplo, si tenemos muchísima constipación e hinchazón en el vientre, es probable que estemos consumiendo gran cantidad de harinas blancas, que son las que provienen del grupo de alimentos refinados, los cuales no son buenos para la salud.
Podemos ir cambiando desde el desayuno, tratando de incluir fruta tres veces por, adoptar el consumo de leches vegetales que no provoquen hinchazón en nuestros intestinos; reducir los niveles de consumo cárnico, más que nada las personas que consumen en una misma comida dos o tres tipos de carne; incorporar las semillas que son fuente pura de hierro; comer más cereales por su fibra natural y eliminar la mayor cantidad de productos envasados que podamos.
De a poco todo se logra, solamente hay que tener paciencia y dedicación. Saber que somos lo que comemos y que el cuerpo merece ser cuidado, es la mejor manera de llevar adelante una vida sana.