“El mar no es solo distancia. Es también un puente”, le dice Antonio, inmigrante italiano, a María, su prometida que, por cuestiones de fuerza mayor, tuvieron que separarse y aprender a convivir a través de la distancia.
Por otro lado, conviven Roni, un mochilero con ansiadas ganas de conocer París, y Evangelina, una cantante que lleva su voz de bar en bar. Así los encuentra la ciudad del amor y comienzan a vivir una historia emocionante.
Mariano Mazzei junto a Dolores Ocampo interpretan increíblemente dos historias de dos parejas diferentes, una de antes y una de ahora, perseguidas por el mismo deseo: cruzar el océano para poder concretar sus sueños.
A través de varias cartas, los amantes buscan reducir los kilómetros que los separan para encontrarse en un mundo donde el amor es lo único que importa.
“La idea era homenajear a mis abuelos y a todos los inmigrantes que vinieron de Europa durante las guerras mundiales, con el deseo de empezar una nueva vida en estas tierras”, nos cuenta Mariano Mazzei, autor y actor de este maravilloso espectáculo.
“Hace tiempo venía con ganas de concretar un espectáculo que hable sobre una historia de amor a distancia y que tenga que ver con el camino que emprendieron mis abuelos en aquella época”.
¿Cómo fue el proceso de creación para luego convertirte en actor de estas historias?
“El puente azul” empieza a tomar forma en mi encuentro con Fernando Albinarrate. Antes de encontrarme con él, yo había juntado muchas cartas de inmigrantes, algunos libros y música, que tienen que ver con diferentes estilos de música portuaria como la canzonetta italiana, tangos, candombes.
Durante mucho tiempo me centré en recopilar material y, al momento de encontrarme con Fernando, entendí que era la persona ideal para darle identidad musical y dramaturgia a la obra. Y fue lo que felizmente sucedió. Él encausó esta idea en la historia de estos cuatro personajes enamorados; dos parejas, una del pasado y otra del presente, que ven su situación amorosa impedida por la distancia y por el océano.
Con todo ese material y ese deseo mío, el acople de Fernando le dio vida al texto y a la música de la obra. Luego pudimos encontrar la producción adecuada.
Siempre me imaginé haciendo el espectáculo como actor, porque era muy personal. Entonces quise, no solo dar el puntapié inicial como autor, sino también interpretarlo.
Es una historia ficticia que está inspirada en la historia de mis abuelos, pero también en la de Fernando, que vivió un proceso de migración porque vivió bastante tiempo en Francia. Así que siempre me imaginé actuando la obra y que fuese Dolores Ocampo quien trabajara conmigo. Es una actriz que me gustó y nunca habíamos tenido la oportunidad de trabajar juntos y yo anhelaba ese momento. Y así se fue cerrando el círculo con la bienvenida a Emiliano Dionisi en la dirección y la producción de la Compañía Criolla.
¿Qué les genera ser parte de la 14° edición del Festival de Rafaela?
Tuve la fortuna de haber visitado con tres espectáculos las ediciones anteriores del Festival de Teatro. Este es el cuarto espectáculo con el que me presento y la verdad que siempre que estreno una obra pienso “ojalá tuviera la suerte de ir a Rafaela”, porque es un festival precioso, las funciones se llenan, el público es cálido, inteligente, muy especial.
Los aplausos al terminar cada función siempre han sido extensos; siento que es un público generoso, ávido de ver teatro y es una maravilla participar de un evento como este.
Lo espero cada año y con cada estreno, y estoy feliz de poder hacerlo una vez más, y de que sea con esta obra que para mí es un espectáculo muy especial. Así que la felicidad es plena.