Como muchos de ustedes sabrán, la inesperada pandemia mundial nos sorprendió en Ecuador, donde veníamos saltando de lugar en lugar, hasta que nos vimos obligados a frenar y parar por un tiempo.
Y viendo que no podíamos salir a hacer entrevistas y, mucho menos, a visitar lugares gastronómicos como lo hacíamos hasta hace un par de meses atrás, se nos ocurrió la idea de conectarnos de manera online con los emprendedores del arte culinario.
Así fue como encontramos a Le Bon Dessert, un emprendimiento de postres y cosas dulces creado por Andrea Rodríguez, quien vive en la ciudad de Manta y prepara exquisiteces para llevar a domicilio a los más golosos.
Alfajores, macarrons, tortas y postres de todo tipo y color, hacen de Le Bon Dessert una riquísima y tentadora propuesta para quienes están cerca de la costa ecuatoriana con ganas de probar algo diferente.
¿Cómo empezó todo?
Cuando estaba en el colegio, un profesor de inglés nos hizo hacer un proyecto de cocina y me empezó a interesar. Pero también viene por el lado de las mujeres de mi familia que les gusta cocinar.
Estudié Cocina durante un año en un instituto. En ese tiempo aprendí sobre cocina básica, cocina ecuatoriana, pastelería y cocina internacional. Pero mi afinidad siempre fue con los dulces.
Le Bon Dessert nace en 2018, aunque ya venía cocinando esporádicamente para personas más cercanas. El nombre viene del francés y significa “el buen postre”, y la idea era causar curiosidad en la gente cuando lo vean o escuchen.
De la cocina a la puerta de tu casa
Al principio, a parte de hacerlo, iba a entregarlo yo misma. Diseñé el logo con las herramientas que tenía y, como estudié fotografía, aproveché para hacer las imágenes de mis productos y empecé a crear mi cuenta de Instagram.
La idea es que tu talento sea tu forma de sobrevivir, tu estilo de vida, para que no lo sientas como un trabajo, sino como algo que realmente amas hacer.
Empecé haciendo macarrons y tuvieron una buena aceptación. También agregué las tortas mojadas y las galletas, que son productos que se piden bastante.
Cuando vas a lanzar un proyecto y sabes que te vas a empoderar, le pones todo de tí.
En los tiempos que corren, toca hacer un poco de todo para sobrevivir, para defenderse en la vida.
Artesanalmente rico
Como todavía no tengo una cartera grande de clientes, hago todo lo que puedo, desde la cocina hasta el armado de cajas para entregar. Trato de que el producto sea personalizado, priorizando la calidad, que se vea bueno.
Lo que no quiero es que mi proyecto pierda lo especial que lo caracteriza. Quiero seguir manteniendo el concepto de lo artesanal.
También probé hacer los alfajores argentinos que se venden en Mar del Plata, y la gente quedó super encantada. Siempre trato de salirme de lo típico y probar cosas nuevas, de otros lugares, que se conozca poco en Ecuador.
En tiempos de pandemia
Al principio, cuando todo era caótico, la gente no se animaba mucho a pedir a domicilio.
Tocó parar por un tiempo, pero ese tiempo me sirvió para pensar en qué innovar, qué mejorar. Soy consciente de que aún me quedan muchas cosas por mejorar, pero de a poco lo voy haciendo.
Lo que pude observar es que, en estos momentos, mucha gente empezó a hacer comida para vender desde su casa. Y eso me llevó a empezar a pensar en cómo diferenciarme, qué productos ofrecer distintos al resto de los emprendimientos.
A veces uno no ve la importancia de lo que hace, pero cuando aparecen personas como ustedes que se fijan en emprendedores como yo, me doy cuenta de que lo que hago es lo que me apasiona.
¿Tu mayor aspiración?
No sé si en este país o en qué lugar del mundo, porque soy muy aventurera, me encantaría tener mi propia cafetería y mezclarla con el arte. Un lugar acogedor donde la gente vaya, coma su postre y esté rodeado de arte por todos lados. Siempre manteniendo mi esencia y lo que me caracteriza.
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Instagram: Le Bon Dessert