Quisimos entrevistarlo en un lugar que sea cómodo y familiar para él, y al consultarle dónde le parecía, nos dijo que quería realizar la nota en la plaza de su barrio, el Barranquitas, donde vivió 25 años de su vida.
Era un día de mucho viento y humedad, cuestiones climáticas a las cuales los rafaelinos estamos acostumbrados.
Cuando llegamos, Leo ya estaba conversando con unos vecinos, se puede decir que le gusta intercambiar opiniones con la gente, en pocas palabras, charlar. Nos acomodamos debajo de un palo borracho para resguardarnos un poco del viento y allí comenzó a fluir la conversación.
¿Quién es Leonardo?
“Principalmente Leo es una persona activa. De chico que era bastante dañino y hacía renegar a sus papás, pero con el tiempo pudo encaminar esa hiperactividad y la transformó en proactividad. Leo tiene muchas ideas, a veces el entorno se cansa del ritmo agitado que tiene porque cuando se mete en algo, se ciega y no para”, nos cuenta riendo.
“Es un pibe humilde, con una historia de vida como cualquier otro. Afortunadamente, con las palabras de sus padres tuvo suerte porque siempre se puso objetivos en la cabeza. Trabajó y estudió a la vez, se defendió solo”.
¿Dónde creciste y cómo fue tu infancia?
“Mis padres alquilaban en el barrio 9 de Julio. Cuando nací y cumplí quince días nos fuimos a vivir a Buenos Aires por trabajo de mi papá. Ellos no tuvieron en cuenta la manera de vivir de acá comparándola con lo que es en una gran ciudad, y no se encontraron en ese lugar. Vivimos seis años en Parque Patricios, era un barrio no céntrico y veía tierra una vez cada tanto cuando íbamos a la plaza”, recuerda.
“En la navidad del año 1993 volvimos. Mis padres tenían un terreno que vendieron,y asípagaron la mano de obra de una casa que una familia se había ganado en un sorteo y no la quería, y así vivimos en el barrio Barranquitas. Cuando comenzamos a vivir acá no podíamos creer que había tantos lugares para jugar, cerca de mi casa había un baldío gigante y jugábamos todo el tiempo en el campito”.
“Una vez, fui a jugar a un campito cerca de casa. Había un caballo ahí y fui corriendo a decirle a mi mamá que vi un dinosaurio”, recuerda riendo. “Cuando vivíamos en Buenos Aires no veíamos nada, todo cemento. Volver a Rafaela cambió mucho todo, me encontré de golpe con cosas que nunca había visto de más chico”.
Tuve una linda infancia, veo los chicos de hoy siempre en la computadora y pienso “por qué no van a treparse a algún árbol o a jugar a la pelota”.
¿Cuál fue tu primer trabajo?
“Repartía volantes cuando tenía 14 años. A los 17 entré en un free shop, cuando pasé a 5to año y quería juntar plata para viajar. Ahí estuve tres años y medio, iba sábados y domingos y los demás días iba a la escuela. Luego, a los 20 años estuve en el Parque Industrial como una pasantía, y después pasé a estar en otra fábrica importante de Rafaela”.
¿Quién es tu ejemplo a seguir?
“En cuestiones específicas por sus valores, por lo que hizo y lo que le tocó a vivir y como se lo bancó mi ejemplo es Alfonsín. En cuanto a la familia y al modelo de trabajar mis ejemplos son mis padres, por todo el esfuerzo que siempre hicieron en su vida”.
¿Qué hacés en tus ratos libres?
“Mi cable a tierra es encerrarme en mi casa solo y mirar televisión, me gustan las películas y los documentales. También me gusta ir al gimnasio, pero como doy muchas vueltas trabajando y viajando, entonces me gusta más quedarme en casa tranquilo”, sostiene.
“Me gusta mucho la música, escucho de todo. Cuando vivía en Buenos Aires mi hermano escuchaba mucho rock nacional e internacional, cuando nos vinimos a vivir acá empezamos a incorporar la cumbia. Frente a mi casa vivía un hombre que siempre escuchaba esa música, y así nos empezó a gustar también”.
¿Qué es lo primero que hacés cuando te levantás y qué es lo último que hacés antes de dormir?
“Me levanto y agarro el celular, miro los mensajes que me quedaron de la noche y ahí arranco el día. A veces desayuno, otras veces me cambio y ya salgo. Me gusta mucho lo audiovisual, entonces antes de dormir si no estoy muy cansado, miro documentales o películas”.
¿Quién es tu asesora de imagen?
“En mi caso mis asesoras son mi mamá y mi novia. Me vigilan las redes, me controlan errores de tipeo, me avisan si me critican en alguna radio”, comenta entre risas. “Mi novia me ayuda mucho con el tema de la ropa, para combinar bien las prendas antes de salir de casa”.
Virtudes y defectos de Leonardo
“Suelo tener buena onda con la gente, el primer choque siempre es bueno y no lo finjo, siempre fui muy sociable. Uno de mis defectos es que no sé organizar los tiempos, tengo mucha capacidad de reacción rápida pero no puedo prever lo que voy a hacer mañana y eso me genera pensar que a veces no me tomo el tiempo en hacer cosas personales, o estar con la gente que quiero más seguido”.
“Otro defecto es que me cuesta delegar, lo trabajo constantemente, pero siento que tengo que estar siempre para que las cosas salgan bien”.
Teniendo en cuenta que sos un milénico, ¿estás de acuerdo en que la gran mayoría de los milennials no están comprometidos ni involucrados con la sociedad?
“Creo que hay falta de compromiso político porque la gente está enojada, pero se han hecho otros tipos de militancias con los jóvenes que suplanta lo que no se hace. Tenés muchos jóvenes trabajando en organizaciones sociales, y veo compromiso social de estas generaciones”.
¿Cómo te ves de acá a diez años?
“Me gustaría casarme, tener hijos y una familia típica porque en ese sentido soy conservador. Como objetivo de vida me gustaría poder llegar a la intendencia de la ciudad, me estoy preparando para eso, lo veo difícil pero no imposible”.
Ping pong Milénico????
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