Queríamos cerrar este gran año con una gran artista. Así que, después de investigar a varias mujeres apasionadas por lo que hacen, nos quedamos con Lilu Galetti, cantante y guitarrista de nuestra ciudad que ama la música desde siempre.
Lilu nos recibió en su casa. Un lugar cálido y acogedor, donde el sol del atardecer se despedía por la ventana de la cocina. Y mientras preparaba el mate, empezamos a charlar, como si nos conociéramos de toda la vida.
“Este termo y el mate me los regaló mi hermana”, dice Lilu recordando ese momento. Un kit que, como no podía ser de otra manera, estaba plagado de imágenes de guitarras.
Amor a primera vista
Arranqué de muy chiquita. En mi casa había una guitarra vieja de mi papá y yo estaba todo el tiempo tocándola. Y cuando mis viejos se separan, mi mamá se queda con esa guitarra. Hasta que llegó un momento en que las ganas de tocar la guitarra eran muy fuertes, entonces le dije a mi mamá “yo quiero tocar la guitarra, quiero aprender con alguien”. Así que me llevó de una profesora del pueblo en donde vivíamos y ahí empecé.
Más adelante se suma la música. En la adolescencia uno empieza a escuchar y a explorar diferentes estilos. Para mi cumple de 15 le digo a mi vieja “no quiero la fiesta, comprame una guitarra”. “Y le rompí tanto las bolas que me la compró”, cuenta Lilu entre risas.
Así que seguí con la profe de guitarra, y como me iba bien me dio algunos alumnos más chicos para que les de clases, a cambio del pago de mis clases. Ahí me empecé a autogestionar. Aprendía y enseñaba, y enseñar también es un aprendizaje.
“En esa época la computadora no era de fácil acceso”, recuerda Lilu mientras ceba un mate. “Me acuerdo que me bajaba todas las partituras de internet que demoraba muchísimo, después las imprimía y así practicaba los temas. Era otro mundo”.
Al momento de estudiar yo tenía en claro que quería estudiar Música. Pero al vivir en un pueblito, estaba obligada a viajar a Santa Fe y para mi mamá era todo un sacrificio. Ella no me podía pagar los estudios, así que arranco a trabajar y a estudiar al mismo tiempo.
Hice cuatro años en el Instituto de Música en la UNL, pero tuve que abandonar porque tenía que trabajar. Era una cosa o la otra.
Pero hasta ese momento la carrera me había dado un montón de conocimientos y los pude aplicar a las bandas y la música que iba haciendo.
Se hace camino al andar
Mi primer banda fue de mujeres. En la música soy muy feminista. Pienso que las mujeres estamos un poco limitadas socialmente y se ven pocas en la música, no tanto como hombres. La banda se llamaba Bye Miris y éramos seis integrantes. En ese entonces teníamos entre 18 y 20 años y muy amateurs. Como algunas empezaban a estudiar en la facultad y otras teníamos nuestros trabajos, se hacía difícil juntarnos, así que con el tiempo lamentablemente nos separamos.
Más tarde, con dos de las chicas de esa banda formamos otra banda que se llamó María de los mundos, y ahí si tocamos mucho, hasta participamos de la Bienal. En ese entonces éramos dos mujeres, la cantante y yo que tocaba la guitarra, y también había otro guitarrista, un bajista y un baterista.
Después me mudo de Santa Fe a Rafaela porque justo entro a trabajar en el Poder Judicial. Y ahí vino Lilian´s, con Guille Zimermann y Rodri Dalmazzo. Con ellos tocamos muchas veces y hasta compartimos escenario con Parte Planeta.
En simultáneo nace Las hijas de la viuda donde somos seis mujeres y un baterista.
Es una banda con una impronta diferente, con un estilo bien marcado. Con ellas compartimos mucho, nos divertimos con el público y lo hacemos relajadas, y eso se nota en el público. Los que nos siguen siempre esperan que volvamos, y ahí estamos Las Hijas…
Esta vuelta fue menos rebuscada porque si ves el papel que cumple cada una en su vida, la música tiene un rol fundamental. Entonces apenas dijimos de volver, se dio todo muy natural y fue más fácil concretarlo.
Fan de la música
Hace poco estaba hablando con un amigo con el cual tengo una banda en Santa Fe y decíamos que siempre nos une la música.
Para mí la música es una necesidad. Hoy tengo 31 años y creo que nunca va a dejar de existir en mi vida, si no hago música no soy yo. También es mi cable a tierra, lo que me desconecta y lo que elijo.
Siempre me hago momentos para vincularme con la música, sea para escuchar algún tema, ver videos o ir a un recital el fin de semana.
Si tendría que elegir algo como modo de vida, no hay dudas que sería la música.
Con la música a todos lados
Estuve varios meses viviendo allá. Siempre pienso que cuando las oportunidades se tienen que dar, se dan. Y se me dio esta oportunidad. Al mismo tiempo me había salido lo del PROCREAR, y fue un momento crítico donde tenía que decidir qué quería hacer. Pero siempre pongo primero la felicidad, el “ahora”, porque nadie sabe qué puede pasar mañana.
También quería mejorar el inglés y manejarme fluidamente con el idioma, así que aproveché la oportunidad.
Cuando llego allá voy a la casa de una amiga que también es música, así que mis peñas no faltaron.
Viajé por muchas ciudades, pero las más importantes fueron San Francisco, Los Ángeles y Tenesee, donde pude visitar Nashville, la capital de la música, sobre todo el country.
También viví en Washington DC, donde una amiga que había parado en mi casa el año pasado me alojó durante cuatro meses, y además su papá tiene un estudio de música en Kingston al norte de Estados Unidos, entonces pude grabar un tema mío que hice allá.
Positivo balance
En relación a lo personal, me encuentro muy bien, no puedo quejarme absolutamente de nada. Soy una chica con mucha suerte: con el trabajo, con la familia, los amigos, la música.
En cuanto a la música es un buen año que viene con muchos proyectos. Creo que eso vino con el tiempo, con la experiencia y lo que le dediqué en todos estos años.
Lo más serio que tengo hoy en día es Las Hijas de la Viuda, la banda con la cual vengo trabajando hace varios años. Paralelamente está Dexiland, la banda de Santa Fe en la cual estoy cantando. Es un grupo de muy buena calidad, muy profesional. Me llamaron para cantar en la Bienal, un show que fue realmente perfecto. A raíz de eso, la banda tuvo buenas críticas y ahí me quedé.
Ping Pong Milénica
Un artista: Pink Floyd y Led Zeppeling
Un color: amarillo
Un lugar en el mundo: el sur argentino es incomparable
Un momento del día: tardecita/noche
Una canción: “Fast as you can” de Fiona Apple
Un sueño pendiente: visitar las ciudades que más pueda y vivir de la música.