Viajar en bici es una de las maneras de recorrer lugares para empaparse de hermosos paisajes, culturas y aventuras. Y así lo eligió Natalia cuando decidió conocer Colombia bien de cerca, una experiencia inolvidable que le enseñó mucho de la vida en cada kilómetro pedaleado.
¿Cómo fue Colombia en bici?
Por Colombia hice alrededor de 2500 kilómetros en bici. Primero estuve sola, recorriendo de Pasto a Cali, el sur del país y después seguí acompañada, desde Bogotá hasta Ecuador. En el camino pasé por Bucaramanga, San Gil, Chiquinquirá, Girardot, Desierto de la Tatacoa, Mocoa.
¿Cuál fue el lugar que más te llegó al alma?
El lugar que más tengo en el recuerdo son las tres casas en las cuales estuve bastante tiempo viviendo. Pero la que más me marcó fue en donde me quedé dos meses. Una familia con la mamá ama de casa, el papá que trabajaba en el campo y su hijo de nueve años. Con ellos aprendí muchísimo. Era una familia muy humilde, pero con un corazón, un cariño y una generosidad enormes, y eso fue lo que más me marcó.
¿Qué aprendizaje te llevaste de este viaje?
Por un lado, me enseñó a viajar de a dos, porque venía acostumbrada a viajar sola, y eso fue un gran aprendizaje. En algunos momentos éramos tres y hasta cuatro. En todos los viajes viví la generosidad de la gente, pero en este viaje fue más fuerte y me tocó mucho más. Creo que siempre se puede aprender un poco más sobre todo, y esta experiencia fue un poco eso.
Realmente me sentí como en casa, como una hija más de cada familia.
¿Qué consejo le darías a alguien que está pensando en emprender un viaje en bici?
Todos los miedos que tenemos van quedando atrás. Lo importante es animarse a salir, después las cosas se van dando solas. Siempre va a haber alguien para darte un vaso de agua, comida o lugar donde dormir. Es dar ese primer paso, sabiendo que el mundo afuera es muy hospitalario y siempre va a estar dispuesto a ayudarnos.
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