Máximo Lamagni: Un cocinero con exquisitas anécdotas culinarias

A veces hay que pasar por otros estudios o trabajos para darnos cuenta qué es lo que queremos realmente ser o hacer en la vida. En este caso, un joven rafaelino que estuvo a punto de transitar una carrera administrativa se dio cuenta (a tiempo) de que su real pasión es y será la comida.

Máximo Lamagni vive con su novia Emilia y sus dos mascotas, Lucia y Roberto. Además, es hijo, hermano y nieto. Su familia siempre le pide que cocine, notan que está en su ser el gusto por estar dentro de una cocina.

De a poquito, conociendo la cocina

Su primer acercamiento al mundo culinario fue cuando tenía 5 años. Su papá inició un emprendimiento gastronómico de eventos junto a un amigo. Maxi se recuerda en esa época dentro de una cocina pelando papas con las mujeres que trabajaban ahí. “Ellas pelaban una bolsa y yo llegaba a pelar una y me sentía un héroe”, nos cuenta riendo.

“Nunca dije ‘voy a ser cocinero’, solamente me gustaba porque mi papá y mis abuelas cocinaban mucho en casa. Cuando terminé la secundaria estudié un año una carrera que en ese momento pensé ‘esto no es para mí’, y después de medio año me puse a estudiar en el instituto de cocina de Rafaela y ahí fue cuando me di cuenta de lo que en realidad tenía que hacer”.

Su profesor de primer año le comentó que le faltaba una persona para la cocina de un restaurante de la ciudad, entonces Maxi entró comenzó a trabajar en ese lugar. “Mientras estudiaba tenía contacto con el profesor todos los días, ya que también era mi jefe, aprendiendo, viendo las recetas del restaurante”.

Mientras trabajaba, estudiaba y tras dos años finalizó el cursado y se fue a vivir a Córdoba. “En el momento en el que fui estaba en un núcleo de cambio en donde las cocinas eran tomadas por los cocineros. Antes el negocio era de la persona que administraba la empresa. Cuando llegué, los cocineros estaban empezando a dirigir sus cocinas”.

Viviendo experiencias nuevas

Desde que se instaló en la provincia serrana, vivió muchas experiencias buenas, malas y también graciosas. “El primer lugar de trabajo que tuve en Córdoba fue en un restaurante de pastas. Tenía trescientos cubiertos a la vez, había que hacer pasta para mucha gente. Recuerdo que había una pastera grande de ocho canastos que tiraba vapor y yo era encargado de las pastas. Los sábados a la noche eran terribles”.

Luego trabajó en algunos bares, hasta que consiguió entrar en un restaurante para extranjeros para después migrar a un lugar muy pequeño llamado “Natural Mistic”, donde el cocinero hacía comida naturista.

Pero, a pesar de los cambios y las vivencias, Maxi sentía que aún le faltaba algo. “Me decidí y volví a estudiar, esta vez la tecnicatura en el Instituto Moreno de Córdoba, donde había que rendir y era muy completo. Eso me reconectó con la gastronomía, fue muy bueno”.

En esa época, también conoció a su novia Emi y juntos después de pensarlo se fueron un tiempo a México. Al volver de tan hermoso viaje después de unos meses, se establecieron en Rafaela, para dar inicio a Casa Elefante.

Momentos para recordar

Una anécdota graciosa que Maxi nos contó fue cuando el jefe que tenía en “Natural Mistic” quiso, para el día del amigo, hacer un festejo en un campo en Tanti, metido en el medio del monte, hermoso. “Empezamos a armar todo, estábamos mi jefe, un amigo de él que estaba con muletas en el medio del monte, mi novia Emi y yo. Fuimos la noche anterior, preparamos las cosas y empezamos a pre – producir todo. Hicimos raviolones de cordero en un horno de barro, con una parrilla gigante, pero todo hecho precariamente. Estuvimos sin comodidad, todo el día amasando y encima hacía mucho frío. Cuando terminó el evento la gente quedó alucinada, mi jefe le había puesto todo a él y a la comida que iba a hacer”.

Sobre gustos no hay nada escrito

“Disfruto cocinar, cocino todo, me gusta hacer lo que me pidan y me gusta comer todo”, confiesa entre risas. “A no ser que esté muy cansado, no tengo problemas en hacer nada, acompañar a otros que cocinan tampoco, así veo que hacen y también puedo aportar”.

“Prefiero que me digan cocinero, el chef es el jefe de la cocina”, expresa. “Si me decís chef no me ofendo porque hoy en Casa Elefante cumplo una especie de rol de jefe de cocina, pero me considero siempre un cocinero”.

“Me gustaría perfeccionarme en coctelería, saber más de cafés, no como la cocina en sí sino de cosas que van acompañando a la gastronomía. También me gustaría aprender mucho más sobre lo que tiene que ver con el cultivo y de donde vienen los productos con los que cocino, las huertas, la materia prima”.

“Disfruto cocinar, cocino todo, me gusta hacer lo que me pidan y me gusta comer todo».

¿Qué clase de cocinero sos?

“Podría definirme como un cocinero rústico, es difícil definirse en un estilo de cocina porque hago muchos platos clásicos, también experimentales. Como en la cocina está todo inventado, es muy raro que puedas decir ‘este plato es una innovación total’”.

“Intento y siento que es importante darle valor al producto con el que se cocina, trato de hacer con un producto bruto simple algo más complejo, aunque conlleve más trabajo voy perfeccionando mis comidas”.

“Intento y siento que es importante darle valor al producto con el que se cocina”

Maxi es un cocinero hecho y derecho, con mucho que aprender como a todos nos pasa en todos los ámbitos de la vida. Pero que se sabe defender dentro de la cocina, entre ollas y sartenes, platos y comida, no cabe ninguna duda.