Hace un tiempo te contamos sobre el majestuoso y tan aclamado Machu Picchu, uno de los lugares más visitados en el mundo donde la historia de los primeros pobladores sigue vigente en cada uno de sus rincones.
Hoy queremos contarte sobre Ollantaytambo, un pintoresco y antiguo pueblito ubicado a 90 kilómetros de Cuzco (otra de las ciudades que no puede pasarse por alto a la hora de desembarcar en el país incaico), donde escuchamos casi por casualidad sobre este lugar que, apenas lo googleamos, nos dejó anonadados.
Será por las inevitables ansias de llegar al Machu Picchu que generalmente se desestiman los demás pueblos que conforman el Valle Sagrado de los Incas, dejando de lado a lugares tan mágicos como «Ollanta», como lo llaman sus habitantes. Porque desde la ruta no se llega a ver y para poder ingresar es necesario atravesar a paso de hombre las angostas callecitas de piedra donde solo cabe un auto por vez, y en las que todo el tiempo un inspector de tránsito se encarga de ordenar los vehículos para evitar posibles accidentes.
Ruinas, naturaleza y mucha historia
Ollantaytambo se localiza a 2792 metros sobre el nivel del mar, en pleno Valle Sagrado, a la orilla del río Patakancha, y es la única ciudad habitada en todo el Valle.
Y es que Ollanta lo tiene todo: una hermosa plaza central, un enorme mercado con variedad de productos, una increíble feria de artesanías, y sus históricas e impactantes ruinas que cuentan la historia de los primeros habitantes a medida que son recorridas.
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Apenas llegamos al pueblo, empezamos a a averiguar en cada hostal que se nos iba apareciendo para pasar la noche. La idea era recorrerlo de punta a punta, ya que entrar para tomar algunas fotos y seguir viaje, nos parecía un desperdicio.
No sé si fue por el cálido recibimiento de su dueña, o la simpatía de la joven brasileña que viajaba por Perú desde hacía un tiempo largo, trabajando por diferentes lugares para poder seguir viaje a otros países. La cuestión es que, sin dudarlo, decidimos pasar nuestras dos noches en «La Casa del Abuelo».
Inolvidable experiencia
Cada lugar que visitamos nos pide su tiempo para recorrerlo, y en Ollanta fueron tres días. Pero después de caminar por sus impactantes ruinas, donde llegamos al templo del sol y a la fortaleza en la que los incas resistieron a los conquistadores; recorrer la enorme y variada feria de artesanías típicas del lugar, sentarnos a orillas del río a disfrutar del sonido de los pájaros y de la bruma de las nubes que se mueven tan cerca; dar una vuelta por el Pueblo Viejo, el rincón más antiguo de toda la ciudad, y presenciar un partido de fútbol donde no solo los hombres eran protagonistas, sino también las mujeres que se animaron con sus vestidos y sandalias a correr sobre la cancha de cemento, nos prometimos volver a Ollantaytambo.
Y así lo hicimos. Por supuesto, regresamos a «La Casa del Abuelo», donde su dueña y la brasilera se emocionaron al vernos de nuevo y nos recibieron con la mejor energía. Es que nos había atraído tanto ese lugar que no podía quedar pendiente la visita.
Un consejo: al momento de visitar lugares turísticos o maravillas del mundo, date un tiempo para recorrer sus alrededores, hablar con su gente o probar alguna comida típica. Eso es lo que vas a llevarte y lo que quedará siempre entre los mejores recuerdos.