Gustavo «Tavo» Cortés (voz, teclados), Ricardo «Pepo» Cortés (batería, coros), Juanjo Casals (bajo) y Nicolás Gonzalez (guitarra, coros) son los integrantes de este cuarteto que no deja de sorprender en cada escenario.
Detrás de un fantástico maquillaje y trajes puramente blancos, estos cuatro amigos que se encontraron en plena adolescencia sacan a relucir todo lo que tienen para decir a través de sus canciones, en las cuales combinan diferentes estilos musicales.
Hace ya unos meses, recorren Argentina y los distintos países con su último material “La promesa de Thamar”, un disco que juega con las diferentes expresiones artísticas, al mismo tiempo que invita al público a pensar y repensar cada canción, que llega hasta lo más profundo del ser.
Tuvimos el placer de entrevistar a los chicos de Sig Ragga, que nos contaron sobre sus inicios y el valor que tiene la música para ellos, a la cual no pueden despegar de los demás lenguajes.
¿Como los une la música, en este caso, el reggae?
En principio nos unió la música. En la infancia y la adolescencia, el reggae fue una revolución para nosotros. Escuchar los primeros discos de Bob Marley, una música distinta, con influencias de soul, de blues, de música africana, nos enamoró.
Si bien es cierto que a nivel armónico y arreglístico la banda estuvo influenciada por muchísimas músicas, es más bien un grupo ecléctico y libre en ese sentido. Sobre todo, en el primer disco se nota mucho la influencia de ese estilo de música que nos unió en primera instancia para armar el grupo.
Hoy Sig Ragga no es solamente un grupo de reggae, sino que combina muchísimos lenguajes musicales porque es lo que escuchamos, sonidos de distintas épocas y lugares.
Hoy Sig Ragga no es solamente un grupo de reggae, sino que combina muchísimos lenguajes musicales…
¿Por qué Sig Ragga?
Fue un juego de palabras, no fue nada en especial. Necesitábamos un nombre para el grupo y nos gustó la sonoridad que originalmente llamamos Sig Ragga Naurú. A medida que fue pasando el tiempo, la gente nos fue llamando solo Sig Ragga y nos pareció que sonaba mejor. El nombre nace a partir de mirar mapas y lugares de Sudáfrica y armar un juego de palabras con diferentes nombres de ciudades. Fue algo totalmente lúdico.
Una de las cosas que más se destacan en el escenario es el maquillaje. ¿Cómo surge la idea de tan creativa personalización?
Esto tiene muchas lecturas para nosotros. Surge a partir de una necesidad, fue como un instinto, una búsqueda de caracterizarnos. Nos preocupaba no solo cómo iba a sonar la música, cómo íbamos a presentar el recital, sino también cómo se iba a ver todo eso. Y ahí entra la idea de componer a través del maquillaje y los trajes, algo que imaginamos como idea integral del grupo, que no solamente es un grupo de música, sino que también nos movilizan otras disciplinas del arte, y eso se fue manifestando naturalmente. Pero, así como componemos las canciones, la parte visual es de igual importancia. Es un espacio creativo que nos permite seguir imaginando y componiendo.
¿Cuál es el significado del vestuario blanco?
No tiene un significado en especial, sino que se relaciona un poco con la iluminación, cómo las luces pintan el color blanco, transformándolo en muchos colores que a su vez hace la representación de diferentes canciones. Pero también es cierto que esto puede llegar a modificarse en cualquier momento, puede haber otros colores en los trajes. La parte visual está en constante movimiento, así como también la parte musical que sigue mutando a través de los años.
¿Qué cuentan en su último disco “La promesa de Thamar”?
Es difícil de sintetizar. Es un disco compuesto por ocho canciones que llevó años de composición y de arreglo. Cada canción es un mundo, tuvo su propia génesis, su propia historia y su propio método de composición. Algunas fueron hechas de forma rápida, espontánea. Otras llevaron meses y hasta años de trabajo, por eso es difícil hablar de un solo concepto. “A nivel personal percibo que cada canción es un capítulo de un cuento. A veces siento que los elementos narrativos de cada tema parecen una especie de cuento o de película. Creo que cada canción cuenta su propio mundo, con un diferentes decir, y no puedo evitar que es parte del disco”, expresa Nicolás González, guitarrista de la banda.
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