Valparaíso: la ciudad de las paredes que hablan

Entre monumentos históricos y pintorescos cerros que la rodean, Valparaíso es una de esas ciudades que obliga a ser visitada al momento de viajar a Chile.

Con alrededor de 300.000  habitantes, se encuentra ubicada al borde del Pacífico, rodeada por el histórico puerto desde el cual entra y sale una enorme cantidad de mercadería todos los días del año.

A primera vista, la hermosa “Valpo” te traslada rápidamente a las famosas favelas brasileras. Será por sus coloridas construcciones ubicadas a lo largo de los cerros que rodean la ciudad, a los cuales se llega por escaleras o tomando alguno de los históricos funiculares que nunca descansan.

Y esos son los mismos cerros que, tiempo atrás, lograron ser inspiraciones de reconocidos poetas, escritores y músicos de distintos lugares del mundo.

El verano pasado tuvimos la oportunidad de conocer la auténtica “Valpo” y nos quedamos anonadados. Tanto así que las ganas de volver a visitarla siguen intactas.

Un día en “Valpo”

Cualquier momento del año es ideal para visitar la ciudad artística de Chile. Obviamente, en primavera y verano sus calles se vuelven más movidas debido a la cantidad de turistas de todo el mundo que se acercan para conocerla.

Las playas no son su fuerte, pero la vista al pacífico es única. El puerto es un recorrido obligado para saber un poco más sobre la historia que habitó allí a fines del siglo XIX, cuando el lugar alcanzó su mayor prosperidad.

El centro histórico también se merece un tiempo de paseo. La Plaza Sotomayor alberga el Monumento Prat, que representa a los héroes del combate naval de Iquique en 1879.

La plaza es lugar de encuentro para los artesanos de la ciudad que cada día despliegan sus interesantes y novedosos productos que venden a los lugareños y turistas.

Debido a su riqueza arquitectónica, en 2003 el centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y con merecida razón.

Los coloridos cerros de «Valpo»

Los funiculares

Pero lo más entretenido de Valparaíso son sus funiculares, una especie de ascensores que funcionan desde hace más de 200 años como transporte público para quienes habitan en los cerros.

En toda la ciudad hay alrededor de 15 funiculares, siendo Espíritu Santo el último en ponerse en funcionamiento en abril de este año.

El costo del boleto es bien accesible por lo que no puede faltar un paseo por estos divertidos ascensores que permiten observar la mágica ciudad desde arriba.

Primero subimos al de la “Artillería” para conocer el cerro que lleva el mismo nombre. Al momento de subir, se puede ver el trabajo del puerto y el horizonte que se despliega más allá del cristalino mar. Una vez arriba del cerro, podés visitar el Paseo 21 de Mayo con sus artesanos y el Museo Naval.

Como no queríamos perdernos el famoso Cerro Alegre, subimos por “El Peral” que lleva al cerro más colorido de Valparaíso, donde los murales hablan a través de frases, de rostros y de dibujos con una fuerte carga emocional.

Uno de los murales más fotografiados del Cerro Alegre.

Caminar por el Paseo Yugoslavo y meterse en cada rinconcito del cerro, es una experiencia imperdible.

Y para terminar nuestro recorrido por los ascensores y cerros, bajamos por el funicular “Concepción”, que se encuentra en el cerro homónimo. Un paseo infaltable.

“La Sebastiana”, la casa museo de Pablo Neruda

“Siento el cansancio de Santiago. Quiero hallar en Valparaíso una casita para vivir y escribir tranquilo. Tiene que poseer algunas condiciones. No puede estar ni muy arriba ni muy abajo. Debe ser solitaria, pero no en exceso. Vecinos, ojala invisibles. No deben verse ni escucharse. Original, pero no incómoda. Muy alada, pero firme. Ni muy grande ni muy chica. Lejos de todo pero cerca de la movilización. Independiente, pero con comercio cerca. Además tiene que ser muy barata ¿Crees que podré encontrar una casa así en Valparaíso?”

Éste fue el encargo que Pablo Neruda les había hecho, en 1959, a sus amigas Sara Vial y Marie Martner. Parecía difícil encontrar una casa que satisficiera las aspiraciones del poeta, pero después de mucho buscar apareció la obra gruesa de un caserón, ubicado en el cerro Florida. La había construido el español Sebastián Collado, quien destinó todo el tercer piso a una pajarera.

Cansado de la insaciable y colapsada Santiago, Pablo Neruda decide mudarse a Valparaíso, la ciudad chilena que lo cautivó desde el primer momento. Era tanto el amor que sentía por ella, que le dedicó hermosos poemas como son  Oda a Valparíso” y “La Sebastiana”, donde describe perfectamente su belleza.

Casa Museo «La Sebastiana»

Si te quedaste con más ganas de conocer Valparaíso, te recomendamos que la agregues a tu lista de próximos destinos a visitar. No te vas a arrepentir.