Recorrer el mundo suele ser el sueño de muchos, y también fue el de esta pareja que se animó a dejarlo todo, a salir de la monótona rutina y a emprender su viaje por América.
Así fue como planearon unir Argentina y Alaska junto a «Lucy», una kombi del 86. Y de a poco se fueron convirtiendo en «Vidas Rodantes», una pareja con muchas ganas de conocer el mundo viviendo nuevas culturas, nuevas experiencias, que les permitan conocerse un poco más entre sí, despojándose de los prejuicios y formando su propia mirada sobre todo lo que pasa alrededor del globo.
En octubre de 2017 empezaron su tan soñado viaje, comenzando por el sur de Argentina, y recorriendo alrededor de 12.000 kilómetros hasta el norte del país. En el camino tuvieron la fortuna de transitar la bella Carrera Austral que pasa por Chile, hasta que llegaron a Bolivia donde pudieron conocer nueve ciudades, incluyendo el majestuoso Salar de Uyuni y la mágica Copacabana.
También pasaron por Perú, Ecuador y Colombia, visitando lugares increíbles en la costa, las sierras y la selva. Hasta que llegó el momento de viajar directamente a México porque su pequeña Lupe ya estaba en camino.
Desde un principio, la idea era tener un parto natural y respetado, por lo que decidieron recibir a su bebé en San Cristóbal de las Casas, donde aún quedan parteras que priorizan el parto de la mujer y sus derechos como mamá al momento de dar a luz. Y allí nació Lupe, quien llegó para dar más amor que el que ya existía en esta linda pareja.
Vidas Rodantes fueron los viajeros que más reacciones tuvieron en nuestra campaña #SOMOSDELMUNDO, y aquí se los presentamos.
¿Cómo empieza la aventura de recorrer américa?
Lo que nos llevó a emprender esta aventura fue que llegamos a un punto en el cual sentimos que nuestras vidas se estaban pasando entre horas de oficina y actividades que no nos completaban ni hacían felices. Entonces empezamos a replantearnos un cambio. Así fue que decidimos modificar nuestro estilo de vida por uno no tan estructurado, algo más incierto y más simple.
¿Por qué decidieron hacerlo en kombi? ¿Cómo se portó Lucy en el camino?
Siempre nos gustó viajar e ir analizando opciones para este cambio que nos veníamos planteando. Así fue como surgió lo de comprar una kombi. Leímos de otros viajeros que se aventuraban en kombis, que fue un auto popular en casi toda Latinoamérica y de mecánica sencilla, además de que tiene cierta mística asociada a los viajes.
En general se viene comportando muy bien. Obviamente tuvimos inconvenientes mecánicos en el camino, pero ninguno que fuera muy grave y no se pudieran solucionar. Sabemos que no estamos exentos a que le sucedan cosas. Es un auto de 1986, ¡imagínate los años de uso!.
Los problemas mecánicos son una parte más del viaje, tratamos de tomarlo de esta manera. En esos momentos, respiramos hondo y empezamos a buscar una solución, de nada sirve quedarse lamentándose.
En el transcurso del viaje, una bebé llegaba en camino. Pero Caro y César estaban seguros de que querían recibirla de la mejor manera. Es por eso que decidieron tenerla en San Cristóbal de las Casas, México, donde el parto y los derechos de la mujer son muy respetados.
¿Quieren contarnos cómo fue el momento del parto, algo tan importante y sagrado para las mamás?
El parto la verdad fue un momento muy especial, mágico. Llegamos a San Cristóbal de las Casas, México, después de haber hablado con otros viajeros que tuvieron hijos en este lugar. Sabíamos que es un lugar donde se conserva y practica mucho el parto respetado y era lo que queríamos.
El Hospital de las Culturas y su Casa Materna, nos dio esta oportunidad. La Casa Materna es un lugar muy simple, humilde. Cuenta con una salita de recibimiento, una cocina, una habitación con 4 camas, aparte de lugares comunes para los chequeos médicos, todo gratis. Hay un equipo de excelentes médicos y enfermeros que trabajan las 24hs y también hay parteras tradicionales. Uno llega y es recibido como si fuera familia. Se puede conocer el lugar, hablar con los médicos, con las parteras y en base a lo que sientas, elegir.
Allí conocimos a la que terminó siendo nuestra partera, Petrona. Partera tradicional de su comunidad por más de 30 años. Habla su lengua nativa tzotzil y español como segundo idioma.
Junto con ella estuvimos las seis horas que duró el parto. La médica y enfermeras aparecían cada tanto a chequear signos vitales y dilatación.
Mientras tanto, Caro buscaba las posiciones que más cómoda le resultaban para batallar las contracciones, con total libertad para moverse y elegir, escuchando su cuerpo. César, apoyando incondicionalmente. Petrona asistiendo, con sus infusiones de hierbas traídas de su casa. Lupe haciendo su trabajo también desde la panza.
Y así, arriba de una cama, de rodillas, sin sueros ni inyecciones, la recibimos, la abrazamos, la acariciamos.
Enarbolamos la bandera del parto humanizado, pero sobre todo, la idea de que la mujer embarazada y su pareja puedan contar con toda la información, analizar opciones, riesgos y beneficios, qué es lo que desean y sobre todo lo que no desean. Y así tomar una decisión a conciencia y no una que les sea impuesta.
¿Cuál fue el lugar que más los atravesó durante el viaje?
Uy… ¡qué difícil!. Creo que no hay un solo lugar. Hay lugares que nos llegaron mucho desde el aspecto natural/geográfico, como por ejemplo el Glaciar Perito Moreno en Argentina, el salar de Uyuni en Bolivia, la Laguna Parón en Perú, el volcán activo El Reventador en Ecuador. Otros nos tocaron en el aspecto emocional, como, obviamente el nacimiento de nuestra hija, la Navidad que pasamos en Lima junto con otros 12 viajeros o cuando entramos a las minas del cerro Potosí en Bolivia y vimos a chicos de 12/13 años trabajando ahí adentro en condiciones muy precarias y poniendo en riesgo su vida. Fue muy fuerte.
¿Por dónde seguirán rodando sus vidas?
La verdad aún no sabemos bien. Nuestra meta sigue siendo Alaska pero ahora con una integrante más la situación es distinta y tenemos que repensar algunas cosas antes de salir nuevamente a la ruta.
En lo posible no queremos dejar de viajar y compartir esta experiencia con nuestra hija. El futuro no está definido pero siempre estamos abiertos a posibilidades y cambios.
Si algo nos enseñaron estos dos años de viaje, es estar receptivos a las señales y cambios que se nos presentan.
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